jueves, 4 de diciembre de 2008

Acaso acoso

Yo recuerdo alguna de esas tardes tibias en otoño, acariciando tu mano y rozando tu finos cabellos con la mia.
Despertar un dia y ver que todo lo pasado quizás fue un desastre, pero aún así...despertar y desear más del caos andante.
Un beso al partir, un delicioso beso aquél que profundizó todo lo que torpemente no pudimos lograr por la distancia.

Somos seres locos que no se merecen el uno del otro.

Esa mañana, al despertar y huir.....
Quedó impregnado sutilmente ese primer ósculo. La retirada, el adiós y un vaivén de los cuerpos cuando nos dimos cuenta que se acabó el juego.

Cada quien seguiría su camino.
Cada cual buscando quizás lo que el otro no es capaz de darle, a pesar que también sea lo que necesite.
Esos amores odio, que realmente no amas pero si gustas, y a veces deseas.

Deseas que ese odio sea tan fuerte tanto así que te estruje violentamente.
Como amantes locos, desquiciados de amor.

Yo diría de él que sus labios fueron bellos, que su sonrisa me envenena en un pequeño desliz y viajo.
Viajo a donde a veces quiero llegar.

Pero me huye, por que sabe que no le puedo dar lo que merece, ni él a mi.
Aun así, es odio lo que siento por ese amor despistado.

En realidad, decir amor es una falacia, pero suena bien esa dualidad.
Aquél odiado es un hombre joven, mediano morocho
de linda sonrisa y caracter hostil
pero bueno.
Yo sé le gustan los mimos y a mi, me gusta mimar.
Más aún si en ese arrullo, intentan acercarse a mi
romperme los atuendos tan fuerte como romperme el alma
y decirme de una vez por toda que soy suya, más de nadie jamás.

Pequeñas mentiras para los amores odio. que a veces, están.

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