martes, 29 de julio de 2008

Alguien en quien creer

En estos momentos es ya la una de la madrugada y me encuentro recostada sobre mi cama. Tengo dos frazadas puestas, una roja y una gris. Además tengo un edredón multicolor opaco. A falta de un buen plumaje, los trapos pobres no dejan de estar buenos.

Hace un par de horas terminaba de limpiar mi habitación y una nube gris, muy densa se aproximó y me capturó.
Para variar, pequeñas tristezas.
Atino bien al pensar que todo esto tiene relación a que estoy indispuesta.y que aún sigo lejos de mi.

Esos ciclos volubles….

Alguien en quien confiar quisiera, alguien en quien creer un poco más allá de lo real.
Alguien a quien acudir a estas horas de la noche y ser feliz con tan sólo escuchar su voz.
E imaginar su sonrisa.
Es natural fingir que todo está perfecto, hipocresía más grande no tuve al engañar a mi misma al decir: Todo está bien; Pero bien, mentiras piadosas para apaciguar la inocencia.

Es mi último año en la ciudad, cada cosa retoma nuevas formas y vida.
Reaccioné semanas atrás al respecto. Un último periodo, un collage de experiencias.
Haga lo que haga, he de volver
Las calles insisten en seducirme, como hombres suntuosos en un bar.
Quizás la ciudad busque algo de mi que precisamente no sea yo.
Quizás también aquél sujeto que intenta conquistarme se aburra al lograrlo.

Alguien en quien creer, para confiarle mis afectos, para decirle al oído que no soy tan gris por las noches, ni tan azul en el día.
Que comprenda que lo rápido no es violento y que lo suave no tiene que ser sutil.
O viceversa.

Un loco, taciturno que por ser así, le sea más sencillo comprenderme unos días. Un intrépido y agradable señor que no tenga temor de caminar con los ojos vendados.
Cuando a mi lado esté.

Es tan tarde
Y hace frio.

Es tan tarde ya que sólo queda soñar con él.
La una y veinte.

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